Dueños de las sonrisas serenas, cabellos destellantes hilos de
plata, miradas distantes escudriñando el ayer, pasos lentos que fueron las
huellas de la historia, prodigios de narraciones de antaño llenos de melancolía
que con el transcurso de los años son el alma viva de la historia Los Abuelos, esos mismos que vuelven a
la añorada infancia, esos que son o fueron los contadores de historias. Los que
se enorgullecen de sus hijos, nietos; las personas de la tercera edad.
En Guatemala el 4.6% es mayor de 65 años según el Instituto Nacional
de Estadística (INE). La vulnerabilidad, abusos y primordialmente el abandono
son los factores a los que se ven expuestos los ancianos. En ocasiones
problemas económicos los obligan a trabajar en faenas que ya no corresponden a
su edad, tal es el caso de Juana Martínez Xibir de 69 años, originaria de
Cantel, Quetzaltenango que desde las 3 de la madrugada se levanta para comenzar
su venta de verduras por lugares como Coatepeque y Retalhuleu. Relata que cuando descarga de los carros o
camiones las verduras, sostiene aproximadamente 100 libras. Posteriormente se
asienta en su puesto y se dispone a vender; cuando el sol empieza a recorrer el
cielo y se apertura la tarde aún subsisten algunas verduras, aprovecha las
horas restantes para recorrer los barrios y vender en casa en casa.
A pesar de
contar con 7 hijos indica que todos tienen necesidad económica para mantener a
su familia, de tal manera tiene que salir a conseguir el sustento junto a su
esposo Pantaleón Chay Orozco de 72 años. Por falta de información no se han
inscritos en el Programa de Aporte Económico del Adulto Mayor.
Por otro lado Lorenzo Villatoro, es un ejemplo en vida para la juventud,
ya que a sus 76 años empieza su jornada laboral a las 9 de la mañana; con su
sombrero y sandalias cómodas, se dispone todos los días a empujar su carreta de
helados, actividad que realiza hace 31 años, bajo los ardientes rayos del sol
comienza su senda desde la Escuela Federal (Ubicado en Calzada Las Palmas
Retalhuleu). Con el sonido de la campana se conduce a pie transitando
aproximadamente 6 kilómetros. Su fiel acompañante el suspiro de los automóviles
que vibran a su lado durante todo su recorrido. En el día llega a ganar entre
40 quetzales contrastante a lo que obtenía en años anteriores. Su rumbo ha
cambiado durante los últimos tres meses, pues ya no acostumbra entrar en áreas rurales ya que fue una víctima más de los asaltantes. Posteriormente regresa sobre
sus huellas después de recorrer largos kilómetros. A pesar de ser beneficiado
con el Programa de Ayuda del Adulto Mayor indica que a través de su labor de
heladero obtiene ingresos extras que le sirve para sustentar otros egresos en su
hogar. Además manifiesta que pasó a ser una actividad a la que se ha
acostumbrado por ello es difícil de dejarlo, pues necesita ocupar su tiempo.
A tres años del
centenario
Otra
historia admirable es Juana Pérez originaria del municipio del Asintal,
Retalhuleu. Sus oídos ya fueron víctimas de los años pero su entereza al
caminar sigue latente, una mujer entregada a sus hijos por ello el pasado 27 de
octubre fue motivo de alegría para su familia que conmemoró sus 97 años. Juana es beneficiaria del Aporte del Adulto Mayor hace aproximadamente 2 años.
Como la historia
de éstos tres personajes hay muchas más, el amor, agradecimiento y admiración por
parte de las familias acogen a los abuelos, por lo contrario el abandono o
pobreza extrema impiden que pasen sus últimos años con honorabilidad.
El Programa de Aporte
Económico del Adulto impulsado desde el año 2006 que da una contribución económica
de 400 quetzales a las personas mayores de 65 años no ha sido suficiente para
abarcar todas las necesidades de este sector de la población. Entre la
inscripción y el recibimiento del aporte económico, requiere un largo proceso. Sin embargo los que
se ven beneficiados son altamente agradecidos con el programa, pues llena
necesidades básicas en el hogar.
En entrevista
con Astrid García encargada del Adulto Mayor en el Ministerio de Trabajo con
sede en Retalhuleu, comenta que el anciano debe dirigirse a la sede el
ministerio ya mencionado con los documentos correspondientes para su inscripción,
posteriormente debe esperarla visita del trabajador social que realiza un estudio
socioeconómico para cerciorar que
carezcan de recursos económicos y estén en pobrezaextrema, lo
cuallo hace candidato elegible para obtener este beneficio.Este paso dura aproximadamente
1 año, pues los trabajadores sociales visitan todos los departamentos y la
labor es larga por la auditoría a cada uno de los inscritos.
La tarea es
ardua para dignificar al anciano, por ello es primordial concientizar en la
población la importancia que tienen en el eje familiar y la influencia que
ejercieron para contribuir al desarrollo. De esta manera se creará una cultura
de amor y reconocimiento a los dueños de la historia que como refirió el poeta libanés Khalil Gibran a través de
sus ojos han visto el rostro de los años y por medio de sus oídos
han escuchado las voces de la vida.
Mónica Tojil Rodas